Las sustancias más comunes que desencadenan una enfermedad alérgica respiratoria son, entre otras, el polen, los ácaros del polvo, los hongos y la caspa de los animales. La exposición puede producir toda una serie de síntomas, como rinitis alérgica (inflamación de las vías respiratorias altas), conjuntivitis (enrojecimiento de los ojos y lagrimeo) y asma alérgica (inflamación de las vías respiratorias bajas).
Estos síntomas pueden empeorar con el tiempo si no se tratan correctamente. Asimismo, la rinitis alérgica se considera uno de los principales factores de riesgo en el desarrollo del asma
Casi la mitad de todos los enfermos alérgicos son niños
La prevalencia de la alergia respiratoria ha aumentado en las últimas décadas, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Se calcula que en el mundo hay entre 400 y 500 millones de personas que padecen rinitis alérgica, de las que un 40 % son niños.
Se estima que entre un 10 y un 20 % de las personas que sufren rinitis alérgica presentan síntomas que no están bien controlados pese a utilizar medicación para aliviar los síntomas, y que menos de una de cada diez de estas personas es tratada con inmunoterapia
Para muchas personas, la alergia respiratoria tiene un impacto significativo en su calidad de vida: impide dormir con normalidad, produce disnea y provoca millones de días de absentismo escolar y laboral.
Sin embargo, existen varias opciones de tratamiento, como los medicamentos que alivian los síntomas y la inmunoterapia. La inmunoterapia trata la causa subyacente de la enfermedad alérgica (rinitis y asma alérgicos) y puede ofrecer una mejora a largo plazo reprogramando el sistema inmunitario para afrontar mejor la exposición a determinados alérgenos.